lunes, 21 de diciembre de 2015

La más bonita



Era la más bonita del mundo, y de ese mundo la más bonita de largo. Pero lo hubiese sido de cualquier manera. En cierto sentido habíamos logrado mantener un estilo de vida bastante normal. Trabajo-casa, casa-trabajo. A mí no me gustaba que ella corriese ningún peligro, y por eso casi nunca dejaba que me acompañase.

Al principio fue fácil. Después de deambular durante muchos días, durmiendo con un ojo abierto y otro cerrado, y con el temor de que el que estuviese de guardia se quedase dormido, llegamos a esta nave. Descubrirla fue todo un alivio, porque debía de ser ya de madrugada, y habiendo pasado tantas penalidades a la intemperie, no nos lo pensamos dos veces.

Limpiar la planta baja fue fácil, cuatro o cinco. A saber cómo habrían entrado, pero no nos llevó más que unos minutos deshacernos de ellos. Arriba descubrimos una estancia enorme completamente vacía, con el suelo de manera y grandes ventanales que nos ofrecían una vista en todas las direcciones de aquel polígono industrial; y creedme, cuando tu vida se convierte básicamente en encontrar alimento y huir, no sabéis la tranquilidad que te da el saber que sea lo que sea que vaya a por ti vas a poder verlo antes de que llegue.

Y así, muertos de cansancio, nos acurrucamos en una esquina de aquel almacén, envueltos en las dos mantas que traíamos, y sin haber comido nada en todo el día, nos quedamos dormidos. Nuestra intención era pasar allí sólo aquella noche pero al final nos acabamos quedando.

Con el paso de los días nos dimos cuenta de que habíamos tomado la mejor decisión. Estábamos a las afueras de la ciudad, lejos de los peligros del centro, y podíamos hacernos con comida con relativa facilidad explorando las naves colindantes. Descubrimos una repleta de latas de conservas, y pasamos cuatro días con sus noches, trasladándolas todas al piso superior de nuestra nave-almacén. Además nos dimos cuenta de que teníamos agua corriente. Había un pequeño aseo en la parte de abajo, y del grifo todavía salía agua. Llenamos todas las botellas y cubos que encontramos, nos dimos una ducha fría como pudimos, y concluimos que el agua debía de provenir de algún depósito interno de este lugar, que a juzgar por la maquinaria y las herramientas, debía de haber sido un taller mecánico cuando el mundo aún era mundo.

Pasamos semanas sin salir de aquí. Teníamos todo lo que podíamos necesitar: agua y comida a la que había que sumarle toda la ropa, las sábanas, las almohadas y las mantas que habíamos encontrado en otro almacén. Teníamos mucho más de lo que dos supervivientes podían necesitar, incluso dormíamos sobre un colchón que había aparecido en un contenedor de basura a tres calles de aquí. Si alguien nos vio, pienso que le debió de parecer muy divertido ver dos personas como nosotros, arrastrando con entusiasmo un colchón harapiento por la calle. Nos acomodamos tanto que llegamos a echar de menos la televisión, la música, los libros y todos esos sencillos placeres que quizás no habíamos valorado del todo cuando habíamos podido disfrutar de ellos. Ella se lamentaba de no haberse traído un libro “al fin del mundo”, así que el día que encontró un ejemplar de Orgullo y prejuicio en el fondo de una caja se volvió loca de felicidad. Y a mí me costó un poco más, pero cuando conseguí reunir un radiocasete, unas viejas cintas de cantantes que ninguno de los dos conocía, y lo que fue más difícil, unas pilas que no estuviesen gastados, grité y salté de alegría.

Pero lo mejor, mejor que todo eso, era el tenernos el uno al otro. Había días en los que sólo comíamos, dormíamos y hacíamos el amor. En cierto sentido era mejor que todo lo que yo habíamos tenido antes, que la “vida normal” de antes. No había que ir a trabajar, no había atascos, no había nada ni nadie que te dijera lo que tenías que hacer. El mundo, aquel pequeño mundo en el piso superior de un antiguo taller mecánico era todo nuestro. Yo la miraba mientras dormía y no me podía creer lo afortunado que era por estar vivo, porque ella lo estuviese, y por tenerla allí conmigo. En efecto, era la más bonita del mundo. Posiblemente era una de las pocas mujeres que quedaban en el planeta, pero aún en el mundo caótico y habitado de siempre, ya había sido también la más hermosa de todas.

Entonces, más por aventura que por necesidad, decidí adentrarme un poco más en la ciudad, salir del polígono, ver qué oportunidades o peligros había más allá. Por supuesto no quería que ella corriese ningún riesgo, y por eso iba sólo. Sólo dejé que me acompañara las dos primeras veces, creo. Para aprovechar mejor el tiempo y las pocas horas de luz (el otoño se acercaba), decidí pasar todo el día fuera y volver antes de que se pusiera el sol. Esto a ella no le gustaba, así que acordamos que si a la mañana siguiente no había regresado, entonces podía salir a buscarme. Por fortuna eso jamás sucedió.

Con el paso de los días esto se convirtió en la rutina habitual. Pocas veces me las vi en una situación complicada, y en menos ocasiones aún tuve noticias de que hubiese por más personas por ahí. Eso me aterraba más que nada. Saber que había otros hombres y mujeres como nosotros, con no muy buenas intenciones, y saber que ella estaba sola en nuestra casa-taller-almacén me ponía de los nervios. Pero entonces me quitaba rápidamente esos pensamientos de la cabeza. No me ayudaban en nada, sólo me distraían y me hacían que preocuparme en vano.

La mejor sensación del mundo se producía cuando regresaba con las últimas luces y la encontraba allí junto a la puerta. Con una gruesa cadena y un candado no tan grande habíamos logrado cerrar la única puerta del antiguo taller mecánico. Si nos descubrían no iba a servir de mucho contra los vivos, pero al menos si eran los muertos los que intentaban entrar, ganaríamos algo de tiempo para escapar de otra manera. Yo insistía en que me esperase dentro y que la mantuviese cerrada hasta que llegase y diera los “tres toques mágicos”. Pero día tras día, cada atardecer, la encontraba allí, con una linterna en una mano y un machete en la otra. Al principio me enfadaba pero después lo entendí. En un mundo vacío, lleno de soledad y muerte, pasar tan solo un día con la compañía de uno mismo era demasiado. Yo también lo notaba.

Y así pasaron muchos días hasta que la atacaron.

Con ese rostro precioso y esa sonrisa perpetua suya ahora me jura que fue sólo uno, que no se explica cómo pudo sorprenderla, que apareció sin más, que se abalanzó sobre ella y que antes de que pudiera defenderse con el machete ya la había arañado. Sólo un arañazo, tres cortos y estrechos surcos rojos sobre su piel que sé que van a llevársela. No dejo de maldecirme una y mil veces por no haber llegado a tiempo, sólo quince minutos antes. Ahora me mira, me mira y me sonríe, y me dice que no llore, y me dice que me no me preocupe, y me dice que sabré arreglármelas sin ella, y no sé si es ella o es la fiebre la que habla por su boca, por esa boca mágica suya. Y no sé que haré, no sé que haré cuando se le cierren los ojos y tenga que hacerlo. Tal vez no haga nada y haga lo más cobarde, o tal vez haga lo más cruel, y a la vez lo más valiente. No lo sé. Sólo que sé que incluso ahora es la más hermosa, igual que lo fue antes, cuando el mundo era mundo, igual que dentro de poco, cuando aquí entre mis brazo sea también la más bonita de todas las muertas.

Demasiada sombra



Entonces cometes la estupidez más grande del siglo y le escribes a medianoche. Dos palabras, a veces una línea solitaria, lo que sea con el objetivo de que sepa que sigues ahí… cómo si no lo supiera. Y te sientes triste, eufórico, abatido, contento, estúpido, raro. Piensas en la cara de indiferencia que pondrá cuando lo lea. Piensas en lo extraño que debe de pensar que eres. Pero le has escrito, ya está hecho. Te has desahogado para volverte a ahogar, más profundo, más abajo en el fondo. Pero no te importa. Qué demonios. Se lo has dicho. Por enésima vez le has dicho lo que ya está cansada de leer, de escuchar. Sabes que no le importa. Pero no pasa nada. No puedes hacer nada, sólo ser, estar ahí, plantado en mitad de la nada, esperando a que ella pase y te recoja. Pero sabes que ella no va a pasar, que no te v a recoger, que seguirás ahí, siendo tú con todo tu yo. Y nada más. Ella es compasiva porque sabe que tienes una pobre alma, extraña, a veces incomprensible, pero pobre al fin y al cabo. Demasiada sombra y demasiada luz. Ella sabe que eres demasiada sombra.

Ir



Y decides ir a buscarla. Sabes que no tiene ningún sentido, pero nada de lo que ha pasado hasta entonces lo tiene. Vas. Y te vuelves sin nada por donde mismo has venido. Pero has ido, fuiste. Cometiste la tontería de buscarla, la tontería que llevabas tiempo queriendo y necesitando hacer. A veces necesitas ese tipo de cosas, como para demostrarte que estás tan loco como muchos creen. Lo intentaste, y te das una palmada invisible en la espalda. Lo intentaste, y te vas a casa, a pensar en todas las locuras y estupideces que te gustaría hacer por ella.

martes, 1 de diciembre de 2015

Todo atrás

Y ya no más,
ya nunca más estrellita,
ya nunca más.
Qué tendrás para
romper el alma
con tu ausencia,
que serás si es
que eres algo
y no mera ilusión.

Pero ya no estás,
estrellita, ya nunca más.

Ya no estás
niña tierna,
que maravilla
se ha marchado
contigo.
Yo quisiera saber
cuánto me vas
a doler
y cuánto me va
a durar el consuelo
de tu falsa promesa.
Ya tú no,
ya tú nunca más.

Pero yo sigo aquí,
amor, y no sabes
lo que duele seguir
de pie sin ti.

A quién
le regalarás sonrisas
y alegrías.
A mí no,
porque tú ya
te has ido,
para siempre
y nunca más,
así; igual
que apareciste
un día sin esperarlo,
así como te fuiste,
un día y
para siempre
no volverte a ver,
y para nunca,
para nunca
promesas falsas,
niña, cielo, amor,
estrellita, todo atrás.

sábado, 28 de noviembre de 2015

Te vas

Te vas, y qué decirte, esto no es como en las películas, esto es real. Te tengo frente a mí, no llueve, ni estamos en un andén, pero te vas, eso es seguro. Te vas, y salvo una maravillosa carambola del destino ya nunca más volveré a verte. He de hacerme a la idea. Sí, he de acostumbrarme. Dices que no me preocupe, que nos veremos pronto. Pero cómo creerte. Yo sé que mientes porque me sabes abatido, yo sé que mientes para no hacerme sufrir más, yo sé que mientes a conciencia, sé que no volverás buscándome, preguntando adonde he ido, gritando mi nombre. Y sé que no dejarás que te encuentre.

Te vas, esa es la única realidad que me queda. Te vas, es la pura verdad. Te vas y sólo me dejas la falsa esperanza de volver a verte; y yo la acepto, y yo me la quedo, y la guardo. Y me duermo sabiendo que te has ido, y que ya nunca más te volveré a ver.

El mejor agosto

Paradigma
de juventud,
muchacha dichosa,
porqué me gustarán
tanto esos ojos,
esa nariz, esos labios,
esa tierna existencia
tuya.

 Te quiero
tanto, amor;
niña, te quise
tanto.

Qué será ahora 
de todo.

Tú, mi preciosa,
hallarás la dicha
en otros lugares,
y en brazos de otro.
Todo eso que yo
no te supe dar,
el poeta nunca
sabe nada.

Yo, así como soy,
la sombra que de mí
recuerdas, yo,
ese manojo de letras
extrañas seguirá
aquí, yo no me voy.
Aquí sin ti
como antes cuando
estabas.

Qué tierna,
que triste te marchaste,
gracias que te
 robé la última
de tus sonrisas,
tú, la cosa más
bonita que vi
desde aquel agosto.

viernes, 27 de noviembre de 2015

27 de noviembre

Será para siempre,
amor, será sin ti.
Ya no más tú.
Madrugar, qué
triste rutina,
tan duro pensar
que ya no estás.
No más saludos,
no más, ya nada
de ti. Ahora
quién será.

Ahora sin ti,
si nada.
No todo, la nada,
y para siempre,
qué frío,
sabíamos
que llegaría el invierno. 
Qué frío.

De pesar mis manos
tiritan, como 
fulgores del cielo,
como llamas,
brasas extintas
que se consumen
ausentes,
de ausencia se 
agitan y me duelen.

¡Qué frío, amor,
qué frío!
Nunca pensé
verte ir tan
pronto,
qué duro,
sonrisa de azúcar,
este veintisiete
de noviembre.

martes, 24 de noviembre de 2015

Otra vez


Fingiré que no te conozco y que todavía no me muero por esa boquita tuya. Tú puedes fingir que tampoco me conoces, si quieres. Podemos hacer que somos otra vez unos desconocidos y que nada de lo pasado cuenta ya. Yo puedo jugar a arrancarte sonrisas de nuevo, y tú, si quieres, puedes olvidarte de todas las cosas que te he dicho para volver a sorprenderte, aparentando que no te encantan, cuando las vuelvas a escuchar.

Podemos inventar cosas que nunca sucedieron, o podemos repetirlo absolutamente todo, sin dejar ningún detalle atrás. Pero esta vez yo quiero hacerte creer que te quiero un poco menos, y tú, sólo si quieres, princesa, puedes ilusionarme un poco más.

lunes, 23 de noviembre de 2015

Alondra

Hoy desperté
con una alondra,
ángel travieso
que tu recuerdo
me había regalado.

Será
que ya no te veo,
será que te alejas
entre memorias de versos
y batir de alas.

Será
que alondra,
entre relámpagos de sueños,
etérea sinfonía,
bates con fuerza mi alma.

jueves, 19 de noviembre de 2015

Rayito de noviembre

Rayito de noviembre
Cómo rompes el mediodía.
Yo me creo morir
cuando me miras.
Cálida muchacha castaña,
no sabes que me regalas
el mundo cada vez
que tus ojos hacia mí
se giran.

Cómo me sabes a abril
maravilla acaramelada,
si yo supiese cuanto 
vale la eternidad
te la compraba.

Todo, nada.

Qué me importará a mí. Qué me importará que sea estúpido, que no tenga sentido, absurdo y gratuito. Qué me importará si no me hace falta más, si no necesito más, qué importará lo que me digan, qué sabrán ellos de todo lo que te amo, qué sabrán ellos de toda esta locura. Qué sabrán, cómo puede saberse. Cómo se puede pretender conocer lo ilógico, lo inalcanzable, eso que te recorre por dentro y te abrasa las entrañas. Qué importará que nada sirva de nada, que importará lo maravillosamente estúpido que sea todo, qué importa si cuando te miro ya puede acabarse ahí el mundo. Con todo lo que te amo, que puede importarme que no me ames.

martes, 17 de noviembre de 2015

Verde

¡Baila, florecilla, baila!
como los pétalos
mecidos por el viento.
¡Baila sonrisa blanca
que a mí me gusta
cuando bailas!

Qué linda, florecilla,
yo me enamoro
de tu fiesta de colores.
Ninfa verde,
de tierra, de hojas,
y de menta;
cómo me gustas
cuando bailas.

Mañana estaré
aquí otra vez aunque
ya nada importe,
pero será otro día mañana
y yo, ensueño de jade,
 tendré ganas de volver a verte.

martes, 10 de noviembre de 2015

Yo vengo sólo por verte

Niña,
mañana yo
vuelvo aquí
sólo por verte.
aunque no me
hables, aunque ni
me mires,
qué importa.

Pero niña,
mañana ten
seguro que vuelvo.
Mañana estaré
aquí, esperando
a que aparezcas,
con tu carita
de muchacha
mágica.

Como hoy,
me encontrarás aquí,
boquita de fresa.
Quién sabe
qué pasará
si adviertes
mi presencia;
a lo mejor
nos besamos,
a lo peor ni
nos vemos.

De plástico

Un poco de poesía
para este mundo
de plástico,
para tanto acero
y tanto infeliz,
y sonrisas vacías.

Poesías que rellenen
los huecos de los
edulcorantes falsos.
Poesía contra
la polución y 
las prisas.
Poesía para
salvarnos del
mundo.

Las manzanas
de fibra ya no
son verdes.
Ahora todo
sabe a cartón.

¡Qué será de
nosotros en este
mundo de plástico,
si no te escribo,
si no te añoro,
si no me abrazas,
si no te pienso,
si no nos amamos!

lunes, 9 de noviembre de 2015

De chatarra

Y yo sigo aquí, este saco de huesos vapuleado por tu boca, por tus ojos cristalinos, por tu presencia tibia de brasas en la noche. Sigo aquí, dejándome arrebatar el alma todas las veces que quieres. Y tú como si no te importara, y tú como si no la quisieras. Pero con ella te quedas igual, con ella te quedas al fin, aunque no te sirva para nada; ni a mí tampoco. ¡Quédatela, te la regalo! Ya que vas a venir a arrancarme todas las veces un pedacito de ella, prefiero que te la lleves toda ahora. Llévatela y déjame desnudo al fin, sin la única protección que tenía ante la clara sonrisa tuya. No me importa, ya no. Yo seguiré aquí, este inerte saco de huesos, sin alma, sin vida, sin ti.

Buenos días

Entonces escuchas el "Buenos días..." más encantador que jamás se ha oído, y tú, simple mortal, te giras como las olas reclamadas por la orilla. Y la ves, y te sonríe con delicadeza durante un segundo demasiado efímero como para ser eterno, y tú respondes con una palabra vaga, que suena vacía en tu boca, a muchos años luz de las diez maravillosas letras que ella te dijo. Y así desaparece igual que había aparecido, llevándose con ella ese segundo, ese solitario segundo arrebatado.

lunes, 2 de noviembre de 2015

Calíope

Calíope,
qué bien me suenas.
Se escuchan
a las olas
y a la espuma
en esa piel tuya,
canta el mar,
cantan tus ojos;
sueño y cielo
se escapan
de esa boca.

Calíope
que tan bien
me suenas,
música de
campanillas dulces;
Calíope
de todo lo bueno,
qué bonita
te oyes hasta
callando
en tu
murmullo
de nubes.

domingo, 1 de noviembre de 2015

La niña bonita

Ay, si no fueras tan bonita, 
si no fueras tan bonita, niña,
yo creo que el sol no saldría.
Aunque no tuvieses esa carita de vainilla,
y no fueses un ángel de avellanas,
en los parques y en los ríos,
igual yo te buscaría.

Con esa sonrisa de azúcar
y esos ojitos vivos,
princesita pareces de caramelo.
Linda entera y toda, linda para siempre;
musa adorada, ninfa celeste, 
como llora el mar por las noches
porque no te tiene.

Ay, si no fueras tan bonita,
qué sería de mí si no fueras tan bonita.
Sería más oscura la noche, 
menos claro el día. 
Espléndida niña deliciosa, 
jardín de abril, lluvia de flores.
Yo subía y te bajaba
a Casiopea.

Cómo no vas a ser
una estrellita del cielo,
cómo no vas a ser el néctar más rico
si en ti empieza y termina
todo lo que es bueno,
hasta estos versos encantados
que ser enredan buscando
tu cuello.

domingo, 25 de octubre de 2015

Hasta mañana

Tal vez pienses que me lo tomé como un juego, que jugué con tu sonrisa, y con esos ojitos; que me entretuve jugando a los poemas. Tal vez no sepas que fue mi perdición esa carita tuya, que me derretía cada vez que decías una palabra. Es posible que fuese demasiado frío, que frente a frente me desarmase tanto encanto. Así, quizás pensaste que quería a ratos y amaba una vez al año. Pero yo no te olvido, ni a ti ni a tu luz de princesa, ni a tu simpática inocencia, ni a esa boquita que me vuelve loco cada vez que dice "Hasta mañana".

Ya no era

Y entonces apareció como para querer despedirse de mí. Pero yo sabía que no estaba, yo sabía que no era ella; aunque me sonriese con la misma boca, aunque me mirase con sus mismos ojos. Era otra con su mismo encanto, con su misma cara, con su misma mirada viva, como si nada hubiese sucedido. Como si no fuera a marcharse, como si no se hubiese marchado.

viernes, 23 de octubre de 2015

Todo

Estrellita,
niña de caramelo,
muchacha de canela,
princesa de vainilla,
ángel avellana;
qué linda eres
sonrisa de azúcar,
ojitos vivos,
dicen que te
envidia la Luna.
 
Yo creo que eres
un sueño castaño,
cálida y suave
como un atardecer
de verano.
 Brisa maravillosa,
encanto de mil primaveras,
mujer de cielo, sol, y fresa.

miércoles, 21 de octubre de 2015

El último ser de la Tierra.

El último ser de la Tierra te escribe como si le importases...
El úlitmo ser de la Tierra te espera  como si fueras a aparecer algún día...
El ultimo ser de la Tierra, lo último de lo que tú te acuerdas...
La última rama que cruje, la última piedra que estalla...
La última alma que conmueve tu alma...
El último ser de la Tierra que como si tu lo amases te ama...

Tus hombros

Me gustan tus hombros porque están hechos de piel de ti. Son una capa de seda que buscan caricias, que llaman a mis besos. Me gustan tus hombros y bajar y subir por ellos. Tan delicados de carne tierna, deliciosos desde tus manos, exquisitos hasta tu cuello. Es esa zona de tu cuerpo como las nubes; el mejor vestíbulo, tan lejos del mundo, tan cerca de todo. Mi cielo, tiernos y suaves, de piel y carne de ti.

domingo, 18 de octubre de 2015

Si me mato

Y si me mato
me muero,
y si me muero
te olvido,
y si te olvido
no soy,
y si no soy
no vivo.

No vivo y
no tú, no yo,
no nada.
Todo y más,
más y menos tú,
y menos, menos yo,
menos somos,
menos nosotros...

¡Ay!
menos tú,
menos yo,
¡ay!
si me mato,
y me muero,
y te olvido.

lunes, 12 de octubre de 2015

Breve receta para escribirte

Yo para escribirte necesito saber de ti, estar en ti, entrar en ti. Si no se hace extraño, es como saberte entre fuego y agua. Para escribirte hace falta palparte el alma, sumergirse en esa inmensidad tan íntima y secreta tuya. Escribirte es sacarme a racimos el corazón del pecho. Escribirte es adentrarme en el abismo, es abrazar el caos, es renunciar a la cordura, es hacer del fuego hielo, es buscar la dicha en un desvarío. Así, trinchera de la vida, bálsamo y castigo, así de desnudo estoy yo cuando te escribo.

Niña de caramelo

Niña 
de caramelo,
sueño de azúcar,
te eligiría a ti
si la vida pudiese 
comerse;
más dulce que tú
ni la Luna.
Cascada 
de mermelada,
tú llegas y se
hace de chocolate
la tarde,
un saludo,
y las mañanas
saben a nata.
Sirope de menta,
crema de fresa helada.
Eres un postre
de sonrisas.
Niña 
de caramelo
eres todo eso
que da sabor
a la vida.

domingo, 11 de octubre de 2015

Los hombros más puros...

Aquellos eran los hombros más puros de la raza humana. Bronce en la cúspide redondeada, canela a media altura, y después, toda una cascada café hasta los brazos, hasta el codo, hasta las manos. Era todo ella una espléndida maravilla de piel tostada. Mudo e indefenso sólo podía deleitarme. Eran todas para mí aquellas dos inigualables piezas de fruta femenina, aquel exquisito conjunto de carne.

viernes, 9 de octubre de 2015

Boquita de plata

Ya no está
la niña
de caramelo,
se ha ido
la sonrisa
de primavera,
el ángel
avellana.

Ya se fue
con sus ojitos
vivos,
se marchó con
su piel de canela,
se perdieron
sus pétalos amarillos.

Aquí ya sólo
queda pasto;
ni lluvia, ni mar,
ni luz, ni cielo;
sólo el mundo
extinguiéndose
y horas amargas,
sin la boquita
de plata,
sin la niña
de caramelo.

jueves, 8 de octubre de 2015

Pétalo Amarillo (II)

Pétalo Amarillo,
tan bonita
de colores,
pareces de jazmín
y rayitos de cielo,
manantial de luz,
eres un festival
de flores.

Si fueses verano
serías de brisa
y arena,
como el sol
que te despierta,
sueño dulce
de almendras,
como tu sonrisa
de primavera.

miércoles, 7 de octubre de 2015

Las cosas que importan

Dónde queda todo cuando la ves llegar con su pelo suelto o con su pelo recogido, o como sea; cuando está allí y te mira, o te dice unas pocas palabras acompañadas de una sonrisa. Entonces la vida adquiere otro sentido, uno que hasta ese momento desconocías. En ese momento te das cuenta de que lo pequeño que es el mundo porque está lleno de cosas vacías.

Qué puede importar el dinero que tengas en ese momento en el bolsillo, el que vayas a ganar, o el que ganaste y perdiste. Qué puede importar si en un solo instante una persona aparece y te desarma, y desbarata de arriba a abajo todo tu mundo. Es entonces cuando abres por fin los ojos y compruebas que las cosas no son como pensabas que eran, que todo lo que te habían explicado, que todo lo que habías visto hasta ahora estaba equivocado. Que el hecho de que haga calor o frío, que te funcione o no el coche, que tener trabajo o no tenerlo, que tener dinero o no tenerlo, que todas esas pequeñeces sociales y humanas no tienen tanto peso, porque ya nada de eso te llena ni te duele, porque existe un único ser al que sólo necesitas ver o recordar para que todos los millares de minucias del mundo se reduzcan a cero. 

Es en ese momento cuando te desembarazas de todas las cadenas que te ataban a este mundo gris y bajo, a esta caótica existencia de vaivenes, de prisas y carreras hacia ninguna parte; cuando te das cuenta de que la vida es mucho más que lo que se toca y se ve, que lo que se paga, se compra y se vende, que lo que se come o se utiliza. Que eres rico, tremendamente rico porque amas, y no todos pueden decir lo mismo, porque sientes, porque no importa si el mundo se para de repente y lo pierdes todo; porque sabes que cuando vuelvas a verla llegar con su pelo suelto, o recogido, o como sea, sabes que en ese preciso instante se reseteará el universo, y ya no importará todo lo anterior, y todos tus pesares, triunfos, decepciones, ganancias, perdidas y alegrías materiales y cotidianas no importarán, porque vivir no era lo que te había contado, vivir era otra cosa.

martes, 6 de octubre de 2015

Pétalo Amarillo

Pétalo Amarillo, anoche me acosté soñando que aparecías. Si supieses lo que me encanta tu piel, tu nariz, tu boca, tu carita... Me gustas más de lo que te he dicho. No puedes ni imaginar lo falso que he sido. Todo lo que te dije que te quería era muchísimo más. Mentí y miento siempre, Pétalo Amarillo, total y siempre mentiroso de mí. Yo que te quiero a mares, yo que te abrazo a ríos, yo que te colmo de falsedades, hoy me duermo soñando contigo. Falso como soy para no decirte que desespero y que te amo más de lo que abarcan mis brazos, que te sueño con fuerza, que te amor, que te cielo, que te tierra, que te viento, que te agua, que te fuego.

lunes, 5 de octubre de 2015

Es fácil

—¿Te veré mañana?

—No lo sé.

—¿No lo sabes?

—No.

—¿Y yo qué hago?

—No sé. También podemos vernos otra vez otro día.

—No, tiene que ser mañana.

—¿Por qué?

—Porque necesito verte todos los días.

—Bueno... no siempre se puede.

—¿Por qué sonríes?

—No sonrío.

—Sí lo haces. ¿Ves? Lo has vuelto a hacer... ¿Qué pasa si te digo que me encanta esa sonrisa?

—Nada.

—¿No pasa nada?

—No.

—Es posible, pero sonríes.

—Claro.

—Tienes una sonrisa de nata.

—Siempre dices esas cosas...

—Porque es la verdad.

—No, porque a ti te encanta inventarlas.

—Sí, es cierto, pero sin ti no podría.

—Están dentro de ti, si no fuese conmigo sería con otra.

—Tal vez... pero has sido tú, y eres tú la que está aquí ahora; de terciopelo como el material de los sueños.

—¡Esa te ha quedado fatal!

—Lo sé...

—No importa.

—¿Algún día me dirás que te gustan las cosas que te escribo? ¿O vas a dejar que siempre lo adivine?

—Me gustan. Me gustan todas.

—Amándote es fácil escribir cualquier cosa.

Las dos partes de ti

Lo que eres y lo que no eres, lo que me das y no me das; así yo disfruto las dos cosas, las dos partes de ti. Esa es la única manera de tenerte toda, de saber que estás, como hoy que necesito de ti, que necesito que aparezcas, de alguna manera, pero que aparezcas. Tú, que no sé si lees los que te escribo, que eres tan brillante como inalcanzable. Hoy, ahora necesito de ti como ayer, como mañana, como siempre que no estás y yo necesito que estés, y que no me faltes. Lo que eres y lo que no, todo lo que me das y dejas de darme. Todo lo que eres lo tomo y lo tengo guardado, saboreando el poco todo de ti que me llega;  tú que eres, existes, y pasas; yo que te tengo, así como yo te amo, así como no me amas.