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domingo, 11 de octubre de 2015
Los hombros más puros...
Aquellos eran los hombros más puros de la raza humana. Bronce en la cúspide redondeada, canela a media altura, y después, toda una cascada café hasta los brazos, hasta el codo, hasta las manos. Era todo ella una espléndida maravilla de piel tostada. Mudo e indefenso sólo podía deleitarme. Eran todas para mí aquellas dos inigualables piezas de fruta femenina, aquel exquisito conjunto de carne.
domingo, 31 de mayo de 2015
Tacones
El tiempo no pasa cuando te veo llegar con esos tacones negros. Entonces me detengo en toda la excelencia femenina de tu contorno, y me pregunto si eres real, de carne y piel, o si eres una suerte de nebulosa de magia que ha tomado forma humana.
Demasiado mortal para decir nada, me aparto y te dejo pasar fingiendo no mirarte. Pero mi mirada cae presa de ese vestido oscuro, y mis ojos traviesos recorren el sinuoso camino desde tu cadera a tus hombros. Entre medias descubro que no podrías ser más perfecta. La claridad de tu piel contrasta con tu cabello azabache, y tus ojos, pozos de incautos, tienen ese color almendra que termina de cubrirte de excelencia.
Yo mientras tanto, pobre mortal, sueño que te pregunto tu nombre y que éste me suena a vainilla y cerezas.
Y así te alejas. Te alejas y tu contoneo hipnótico, seductor y malicioso se burla de mí desde la distancia. Yo, que nada puedo hacer, me quedo como una estrella solitaria cuando amanece, esperando a que vuelvas a iluminar mi alma opaca con esa luz que regalas, esperando volver a encontrarte sobre esos tacones negros.
domingo, 29 de marzo de 2015
Tu mar de lunares
Si vas a matarme hazlo ya.
Lo último que quiero ver son tus labios rojos. Quiero sentir como esa cicuta de carne femenina se funde con los míos antes de perderte para siempre.
Quiero irme después de haber recorrido todos tus lunares. Quiero llevármelos en la retina y llevármelos en la boca. Entregarme a ti mientras me matas con tus manos mapeando mi cuerpo. Y yo a su ves el tuyo, intentando zafarme en vano de tus caricias.
Entonces tal vez yo contraataque. Tal vez me atreva a enfrentarme a tu forma de hacerme vivir. Necesito que en esta suerte de placentera agonía seas tú la que acabe conmigo. La que hagas que me vaya, ahogado en tu mar de lunares.
Lo último que quiero ver son tus labios rojos. Quiero sentir como esa cicuta de carne femenina se funde con los míos antes de perderte para siempre.
Quiero irme después de haber recorrido todos tus lunares. Quiero llevármelos en la retina y llevármelos en la boca. Entregarme a ti mientras me matas con tus manos mapeando mi cuerpo. Y yo a su ves el tuyo, intentando zafarme en vano de tus caricias.
Entonces tal vez yo contraataque. Tal vez me atreva a enfrentarme a tu forma de hacerme vivir. Necesito que en esta suerte de placentera agonía seas tú la que acabe conmigo. La que hagas que me vaya, ahogado en tu mar de lunares.
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