Mostrando entradas con la etiqueta palabra. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta palabra. Mostrar todas las entradas

lunes, 21 de diciembre de 2015

Demasiada sombra



Entonces cometes la estupidez más grande del siglo y le escribes a medianoche. Dos palabras, a veces una línea solitaria, lo que sea con el objetivo de que sepa que sigues ahí… cómo si no lo supiera. Y te sientes triste, eufórico, abatido, contento, estúpido, raro. Piensas en la cara de indiferencia que pondrá cuando lo lea. Piensas en lo extraño que debe de pensar que eres. Pero le has escrito, ya está hecho. Te has desahogado para volverte a ahogar, más profundo, más abajo en el fondo. Pero no te importa. Qué demonios. Se lo has dicho. Por enésima vez le has dicho lo que ya está cansada de leer, de escuchar. Sabes que no le importa. Pero no pasa nada. No puedes hacer nada, sólo ser, estar ahí, plantado en mitad de la nada, esperando a que ella pase y te recoja. Pero sabes que ella no va a pasar, que no te v a recoger, que seguirás ahí, siendo tú con todo tu yo. Y nada más. Ella es compasiva porque sabe que tienes una pobre alma, extraña, a veces incomprensible, pero pobre al fin y al cabo. Demasiada sombra y demasiada luz. Ella sabe que eres demasiada sombra.

lunes, 9 de noviembre de 2015

Buenos días

Entonces escuchas el "Buenos días..." más encantador que jamás se ha oído, y tú, simple mortal, te giras como las olas reclamadas por la orilla. Y la ves, y te sonríe con delicadeza durante un segundo demasiado efímero como para ser eterno, y tú respondes con una palabra vaga, que suena vacía en tu boca, a muchos años luz de las diez maravillosas letras que ella te dijo. Y así desaparece igual que había aparecido, llevándose con ella ese segundo, ese solitario segundo arrebatado.

domingo, 25 de octubre de 2015

Hasta mañana

Tal vez pienses que me lo tomé como un juego, que jugué con tu sonrisa, y con esos ojitos; que me entretuve jugando a los poemas. Tal vez no sepas que fue mi perdición esa carita tuya, que me derretía cada vez que decías una palabra. Es posible que fuese demasiado frío, que frente a frente me desarmase tanto encanto. Así, quizás pensaste que quería a ratos y amaba una vez al año. Pero yo no te olvido, ni a ti ni a tu luz de princesa, ni a tu simpática inocencia, ni a esa boquita que me vuelve loco cada vez que dice "Hasta mañana".

miércoles, 7 de octubre de 2015

Las cosas que importan

Dónde queda todo cuando la ves llegar con su pelo suelto o con su pelo recogido, o como sea; cuando está allí y te mira, o te dice unas pocas palabras acompañadas de una sonrisa. Entonces la vida adquiere otro sentido, uno que hasta ese momento desconocías. En ese momento te das cuenta de que lo pequeño que es el mundo porque está lleno de cosas vacías.

Qué puede importar el dinero que tengas en ese momento en el bolsillo, el que vayas a ganar, o el que ganaste y perdiste. Qué puede importar si en un solo instante una persona aparece y te desarma, y desbarata de arriba a abajo todo tu mundo. Es entonces cuando abres por fin los ojos y compruebas que las cosas no son como pensabas que eran, que todo lo que te habían explicado, que todo lo que habías visto hasta ahora estaba equivocado. Que el hecho de que haga calor o frío, que te funcione o no el coche, que tener trabajo o no tenerlo, que tener dinero o no tenerlo, que todas esas pequeñeces sociales y humanas no tienen tanto peso, porque ya nada de eso te llena ni te duele, porque existe un único ser al que sólo necesitas ver o recordar para que todos los millares de minucias del mundo se reduzcan a cero. 

Es en ese momento cuando te desembarazas de todas las cadenas que te ataban a este mundo gris y bajo, a esta caótica existencia de vaivenes, de prisas y carreras hacia ninguna parte; cuando te das cuenta de que la vida es mucho más que lo que se toca y se ve, que lo que se paga, se compra y se vende, que lo que se come o se utiliza. Que eres rico, tremendamente rico porque amas, y no todos pueden decir lo mismo, porque sientes, porque no importa si el mundo se para de repente y lo pierdes todo; porque sabes que cuando vuelvas a verla llegar con su pelo suelto, o recogido, o como sea, sabes que en ese preciso instante se reseteará el universo, y ya no importará todo lo anterior, y todos tus pesares, triunfos, decepciones, ganancias, perdidas y alegrías materiales y cotidianas no importarán, porque vivir no era lo que te había contado, vivir era otra cosa.

viernes, 2 de octubre de 2015

El saludo

Ella llega, o tú la ves llegar; es lo mismo. Entonces te preparas si no lo estabas desde antes. Piensas en lo que vas a decir y en cómo. Cuidas el tono, la forma, el volumen. Lo tienes todo calculado, o piensas que deberías de tenerlo. A veces es sólo una palabra. Y a veces es algo más pero sabes que lo importante es el cómo lo dices. Pero a veces te sorprende. A veces ella se adelanta. 

Se adelanta y te desarma, y tú te quedas entre la sorpresa y el goce, y le devuelves el saludo fingiendo no morirte por ella y no madrugar sólo para recoger aquel fugaz saludo. 

Y después todo vuelve a la normalidad. A esa normalidad de los próximos quince minutos en los que crees flotar, en los que paladeas el sonido que ha salido de su boca y no eres dueño de ti.

sábado, 12 de septiembre de 2015

Impaciente de ti

Impaciente de ti,
de tus ojos,
 de tu boca,
de tu nariz,
de tu pelo,
de esa forma
en la que te mueves,
de tu voz,
de tus palabras,
de tu forma de hablar.

 Impaciente de ti,
de todo lo que me gustas,
de esperarte,
de irme, no verte,
volver, verte,
perderme, perderte,
y volverte a encontrar;
impaciente,
loco,
adepto de tu sonrisa,
perfume de caramelo,
ojos de almendra,
fanático de ti.


sábado, 25 de octubre de 2014

La noche nos escucha

Me gusta hablar contigo. Cuando lo hago soy libre, la vida me pesa menos, y hasta respiro mejor. En tus oídos debo de sonar distinto, limpio, sin miedos, sin muros de amargura; sólo yo. Tú en los míos eres como la lluvia que resbala por los cristales: limpia, sana, cristalina y pura.

Pienso que la noche nos escucha y que cada estrella graba una palabra. A veces sueño que estás aquí, a mi lado, y que no necesitamos teléfono. A veces pienso que el mundo es demasiado cruel para que existas, y la vida demasiado imposible para que seamos.