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lunes, 2 de noviembre de 2015

Calíope

Calíope,
qué bien me suenas.
Se escuchan
a las olas
y a la espuma
en esa piel tuya,
canta el mar,
cantan tus ojos;
sueño y cielo
se escapan
de esa boca.

Calíope
que tan bien
me suenas,
música de
campanillas dulces;
Calíope
de todo lo bueno,
qué bonita
te oyes hasta
callando
en tu
murmullo
de nubes.

miércoles, 21 de octubre de 2015

Tus hombros

Me gustan tus hombros porque están hechos de piel de ti. Son una capa de seda que buscan caricias, que llaman a mis besos. Me gustan tus hombros y bajar y subir por ellos. Tan delicados de carne tierna, deliciosos desde tus manos, exquisitos hasta tu cuello. Es esa zona de tu cuerpo como las nubes; el mejor vestíbulo, tan lejos del mundo, tan cerca de todo. Mi cielo, tiernos y suaves, de piel y carne de ti.

domingo, 11 de octubre de 2015

Los hombros más puros...

Aquellos eran los hombros más puros de la raza humana. Bronce en la cúspide redondeada, canela a media altura, y después, toda una cascada café hasta los brazos, hasta el codo, hasta las manos. Era todo ella una espléndida maravilla de piel tostada. Mudo e indefenso sólo podía deleitarme. Eran todas para mí aquellas dos inigualables piezas de fruta femenina, aquel exquisito conjunto de carne.

viernes, 9 de octubre de 2015

Boquita de plata

Ya no está
la niña
de caramelo,
se ha ido
la sonrisa
de primavera,
el ángel
avellana.

Ya se fue
con sus ojitos
vivos,
se marchó con
su piel de canela,
se perdieron
sus pétalos amarillos.

Aquí ya sólo
queda pasto;
ni lluvia, ni mar,
ni luz, ni cielo;
sólo el mundo
extinguiéndose
y horas amargas,
sin la boquita
de plata,
sin la niña
de caramelo.

martes, 6 de octubre de 2015

Pétalo Amarillo

Pétalo Amarillo, anoche me acosté soñando que aparecías. Si supieses lo que me encanta tu piel, tu nariz, tu boca, tu carita... Me gustas más de lo que te he dicho. No puedes ni imaginar lo falso que he sido. Todo lo que te dije que te quería era muchísimo más. Mentí y miento siempre, Pétalo Amarillo, total y siempre mentiroso de mí. Yo que te quiero a mares, yo que te abrazo a ríos, yo que te colmo de falsedades, hoy me duermo soñando contigo. Falso como soy para no decirte que desespero y que te amo más de lo que abarcan mis brazos, que te sueño con fuerza, que te amor, que te cielo, que te tierra, que te viento, que te agua, que te fuego.

viernes, 25 de septiembre de 2015

Estrellita

Esa de oro y de bronce
la de piel de canela
y chocolate.

Yo la veo
como un sueño
de almendras,
como un regalo
de caramelo.

Estrellita
de ojos vainilla,
ninfa castaña...

Color de otoño
y de ocaso,
cómo te pareces
a la primavera,
ángel avellana.

sábado, 22 de agosto de 2015

Risueña niña preciosa...

De canela, niña,
eres de canela,
eres estrella, niña,
eres estrella.

Como una muñequita
que mueve los ojos,
como una princesa
con su vestidito
turquesa.
Como caminas
y te mueves
con soltura,
así como tú eres
y tu sonrisa,
eres un monumento
a los angelitos
del cielo.

De canela, niña,
eres de canela.

Como el mar que
busca la orilla,
así como tu miras,
y esa consentida
naricilla tuya,
coqueta como tú
y tus labios
de purpurina,
como esos besos
de fresa
que te robaría
a racimos.

Yo me comería
toda tu piel,
risueña niña
preciosa
de estrellas
y de canela.

viernes, 14 de agosto de 2015

Piel de canela

A tus ojos de almendra
y a tu piel de canela,
a tus ganas de reír
y a esa fuerza
con la que me abrazas.

A ti, niña risueña,
niña de luz,
niña de ojos vivos.
A ti que ríes
cuando callas,
que brillas
cuando todo está perdido.

Niña 
de ojos de almendra,
contigo hasta el infinito,
me mudaría
a tu piel de canela.

domingo, 31 de mayo de 2015

Tacones

El tiempo no pasa cuando te veo llegar con esos tacones negros. Entonces me detengo en toda la excelencia femenina de tu contorno, y me pregunto si eres real, de carne y piel, o si eres una suerte de nebulosa de magia que ha tomado forma humana.

Demasiado mortal para decir nada, me aparto y te dejo pasar fingiendo no mirarte. Pero mi mirada cae presa de ese vestido oscuro, y mis ojos traviesos recorren el sinuoso camino desde tu cadera a tus hombros. Entre medias descubro que no podrías ser más perfecta. La claridad de tu piel contrasta con tu cabello azabache, y tus ojos, pozos de incautos, tienen ese color almendra que termina de cubrirte de excelencia.

Yo mientras tanto, pobre mortal, sueño que te pregunto tu nombre y que éste me suena a vainilla y cerezas.

Y así te alejas. Te alejas y tu contoneo hipnótico, seductor y malicioso se burla de mí desde la distancia. Yo, que nada puedo hacer, me quedo como una estrella solitaria cuando amanece, esperando a que vuelvas a iluminar mi alma opaca con esa luz que regalas, esperando volver a encontrarte sobre esos tacones negros.

miércoles, 1 de abril de 2015

Demasiado imperfecto

Mi ninfa tierna, donde estarás. Recuerdo que eras de nata, de nata y suave, y dulce, y clara. Yo recorría tu piel como las nubes recorren el cielo. Qué felices hubiésemos sido...
Yo era demasiado imperfecto.

Ahora imagino que otro encontrará tus labios finos en la oscuridad, te tomará de la mano y te robará sonrisas de fresa. Tú le harás caricias, él jugará con tu pelo... Mientras yo te escribo.

Yo era demasiado imperfecto.

Yo solo quería mirarte a los ojos y pasar dos segundos a solas contigo. Nunca sabremos cuanto te hubiese querido.

Ahora eres lejanía, lejanía y desengaño. Yo no me atreví a mirarte a los ojos cuando estuve a solas contigo. Yo, que era simple, normal, mundano, y cobarde a tu lado; me detuve en la perfecta configuración de tus labios. Y después, soñé más abajo, donde mi piel con tu piel se hacía sublime, allí, en aquel valle cálido...

miércoles, 11 de marzo de 2015

Mi morena

A mi morena la querría
aunque fuese rubia.
A mi morena la querría
de todos los colores
y de todas las maneras.

Me encanta el contraste
de su pelo con su piel.
Disfruto como un niño
comparando las distintas
tonalidades de su cuerpo
allí donde cae su cabellera.

Me gusta por perfecta
y me gusta por morena.
Es mi morena
de ojos de miel
y labios de caramelo.
Es ese manjar salvaje,
de lluvia, hojas y madera.

viernes, 27 de febrero de 2015

Oda a mi pluma

Es fría y maravillosa como tú. Su rectitud me recuerda a tus labios. Yo la tomo entre mis manos y siento como el calor de tu piel pasa a mis dedos. Cuando estamos a solas construimos fantasías. Por ejemplo, yo la tomo suavemente y los dos nos deslizamos rozando las sábanas y tatuando de azul el papel. A veces, cuando ella descansa yo te sigo soñando en sueños de tinta y carne. Yo la guardo como guardo tus besos, como abrazo tu cuerpo, frío, recto, y de plata.

viernes, 6 de febrero de 2015

En la galería...

La tonalidad de su pelo era mil veces más majestuosa que los colores con que Monet pintó el cuadro que tiene delante.

Es toda luz, y temo que si me acerco un poco más vaya a desaparecer ante mis ojos. Intento no mirarla. Me giro hacia al Renoir que tengo a mi derecha, pero me vuelvo otra vez hacia ella. No soy mas que un vil trozo de metal y ella un imán de piel, carne, y magia.

Sus hombros son la mayor obra de arte que hay en la galería. Mi mirada se desliza por sus brazos y se detiene en la punta de sus dedos, diez exquisitas piezas de celestial calidez humana.

Jamás existió un ser más sublime visto de espaldas.


domingo, 11 de enero de 2015

Amarte simplemente

Quiero amarte simplemente, casi sin que importe que tú me ames, y sin que a ti te importe si yo te amo o no. Sí, amar sin riesgos, amar sin miedo; que es la forma más sublime de amar, y a la vez la más baja de todas.

No me hace falta amarte para escribirte, ni siquiera que tú me ames. Sólo con que existas me basta. En tu presencia, que no tiene que ser real ni tampoco física, las letras se juntan solas unas con otras. A veces parece que eres tú quien las ordena. Yo que no soy más que un conductor de piel y sangre, y tú la artista que está detrás de todo.

Este vívido sin vivir tiene su gracia. Este amarnos sin amarnos, este soñarnos sin querernos, este buscarnos sin querernos encontrar. Sólo amarnos sin querer, y sin querer queriendo amarnos; como la forma más baja de amor, o la más sublime de todas.

jueves, 20 de noviembre de 2014

Un trozo de tu piel

No conozco
más destino
que halagarte
Qué daría
yo por un trozo
de tu piel.
Amiga mía
de dulces placeres;
eres viento, fuego,
y tierra;
un torbellino.
Doy ocho besos
y ni uno más
para dejarme
morir contigo.


martes, 4 de noviembre de 2014

Tormentas y calmas.

Me gustan las páginas amarillas y tus ojos marrones; tu piel blanca, blanquísima, y tu pelo oscuro, oscuro. Sí, me gusta todo. Me gustas cuando estás callada y yo leo a tu lado, y tú sólo respiras, respiras y respiras. También cuando duermes y yo observo fascinado tu sueño; en silencio, siempre en silencio. Me gusta encontrar tu cuerpo entre un mar de sábanas. El deleite de mis dedos navegando sobre tu piel en calma. Y las tormentas... sí, las tormentas y las calmas.

lunes, 6 de octubre de 2014

Anatomía de un recorrido

Me gustas de abajo a arriba. Siempre de abajo a arriba, en ese orden, empezando por
los pies.

Reviso dedito a dedito, desde los más pequeños a los más grandes. Los quiero a todos
por igual, y ellos adoran jugar conmigo. Después voy a los tobillos, dos nudos pequeños y
recios, esas dos bolitas de hueso. Examino a conciencia toda su lisa superficie, y cuando he
terminado, sigo subiendo. Ahora vienen las rodillas. Me suelo entretener bastante en el
espacio inmediatamente inferior, e inmediatamente superior a éstas. Todo eso que
conforman tus piernas, entre los talones y los muslos. Estos últimos son una delicia, gentiles
y agradecidos a todas mis caricias.

Ahora bien, llegados a este punto, nada se compara con tu centro. Tu ombligo me
señala el camino y me recuerda que sigo vivo. Más abajo, encuentro la paz. Es el inicio de
ti, de mí, y de todo lo que alguna vez fue pensado o hecho. Paso sin prisa por tu centro;
cálido, acogedor, reconfortante. En esas latitudes nunca olvido tu revés, que me recuerda a
tus muslos. La naturaleza ha querido diseñar esa parte de ti con especial cuidado, tomando
como modelo la forma perfecta de tus caderas.

Me traslado ya al otro hemisferio, más al norte, pero sobre la misma masa cálida
incandescente.

Tu vientre es un mundo. Liso, suave, alto, profundo.Vivo y sueño en él. Mis labios se
conocen todas las rutas que lo surcan. En ocasiones recorren, varias veces, arriba y abajo,
todos esos caminos.

A los costados penden de ti dos miembros alargados que terminan en unas manos de
terciopelo y unos finos dedos juguetones, que se empeñan en enredarse en los míos. Desde
tus pulidas uñas de nácar subo y subo, deslizándome sobre tu piel con la yema de mis dedos.
En las alturas, tus hombros son un manantial. Mis labios, no sé porqué, tienen
predilección por esa grácil capa de piel que los cubre, que parece derretirse bajo mis besos.
Y siguiendo el itinerario, camino centímetro a centímetro; mejor, milímetro a milímetro
hasta ese enclave de ensueño.

En tu cuello he muerto miles de veces. Me encanta ver como se tensa, como se relaja,
y como se estremece. Guarda tantos secretos y placeres que me cuesta horrores
desprenderme de él. Para autocomplacerme, todo mi ser se vuelca largo tiempo en esa
maravillosa franja.

Entonces vuelvo sobre mis pasos, tomando una ruta distinta. Me dirijo hasta ese
hoyuelo caprichoso donde nace tu cuello. Lo exploro y sigo fugaz hacia abajo. Tus tesoros
rosados son dos pedazitos de cielo. Siento que mis manos son demasiado vulgares para
tocarlos. Me conformo con su visión, y con la textura que siento en los labios cuando llego a
la cúspide. Conquisto esas cimas todas las veces que puedo. A veces resbalo, y la caída se
me hace deliciosa, infinita... Tus dos tesoros rosados palpitan, se hinchan y me llaman. Me
comunico con ellos en un lenguaje secreto, casi mágico. Mis dedos atrevidos se escabullen y
quebrantan la calma de éstas, tus dos joyas. No los sanciono. ¿Quién no se conmueve antes
tus tesoros rosados?

Al final del camino está la ambrosía. Es algo magnético. Tus labios llaman a mis
labios. Algo más grande que tú que yo se produce entre ellos. Yo no digo nada, y tú
tampoco. Somos víctimas de cuatro líneas de carne que se aman infinitamente. De repente,
el hechizo se rompe, descubrimos que existimos, y mis ojos se pierden en tus ojos. La
sensación es de un ensueño cuando me sumerjo.

Como organismos independientes, mis manos mapean tu espalda y testan la suavidad
de cada hebra de tu cabello. Cual violín de mujer, mis dedos se mueven imitando el experto
que no soy y tratan de arrancarte algunas notas. Simulo un mordisco en la apetecible
prolongación de ti misma que cuelga de tu oreja y dejo que mi lengua se cobre su parte.
Nariz con nariz como dos esquimales sellamos el pacto de nuestra existencia. Tu ríes, y yo
he de decirlo: hueles a vida, y sabes a miel.