Yo no quiero besos. Los besos son cortos. Yo quiero una docena de amaneceres y medio millón de "rozar tu cuerpo sin querer bajo las sábanas". No me basta con besarte, amarnos un poco, o mucho, y después dejarte marchar. Tus labios en los míos están bien, supongo, yo creo que se gustan, y pienso que nosotros también disfrutamos de ellos. Contigo y unas cuantas caricias de esas de las que te pillan desprevenido se estaría bien.
Yo quiero un beso que sepa a "llevo todo el día esperándote". Tú junto a mí, quiero que perdamos el tiempo haciéndonos de todo sin que hagamos nada. Yo no quiero besos de "cuánto me gustas". Quiero besos de "amor, cielo, princesa, moriría ahora mismo contigo".
Mostrando entradas con la etiqueta tiempo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta tiempo. Mostrar todas las entradas
miércoles, 5 de agosto de 2015
domingo, 31 de mayo de 2015
Tacones
El tiempo no pasa cuando te veo llegar con esos tacones negros. Entonces me detengo en toda la excelencia femenina de tu contorno, y me pregunto si eres real, de carne y piel, o si eres una suerte de nebulosa de magia que ha tomado forma humana.
Demasiado mortal para decir nada, me aparto y te dejo pasar fingiendo no mirarte. Pero mi mirada cae presa de ese vestido oscuro, y mis ojos traviesos recorren el sinuoso camino desde tu cadera a tus hombros. Entre medias descubro que no podrías ser más perfecta. La claridad de tu piel contrasta con tu cabello azabache, y tus ojos, pozos de incautos, tienen ese color almendra que termina de cubrirte de excelencia.
Yo mientras tanto, pobre mortal, sueño que te pregunto tu nombre y que éste me suena a vainilla y cerezas.
Y así te alejas. Te alejas y tu contoneo hipnótico, seductor y malicioso se burla de mí desde la distancia. Yo, que nada puedo hacer, me quedo como una estrella solitaria cuando amanece, esperando a que vuelvas a iluminar mi alma opaca con esa luz que regalas, esperando volver a encontrarte sobre esos tacones negros.
miércoles, 11 de marzo de 2015
Química
Fue como un ardor fresco y
placentero que empezó a crecer dentro de mí. Era mágico,
cautivador, pero a la vez inquietante y extraño, como si una bomba
de menta hubiese estallado en mis entrañas, y un vapor frío hubiese
subido por mi pecho y se hubiese detenido a medio camino.
¿Estaba
nervioso? No, no lo estaba y eso era lo que más me desconcertaba.
Aquella sensación estaba limpiando todo mi ser desde el mismo
centro. Quería detener el tiempo y dejar mi alma congelada en ese
momento.
Es
curiosa la manera en que un alma mortal y débil como la mía intenta
descubrir el complejo funcionamiento de sus emociones, esos disparos
químicos que ponen patas arriba mi cerebro cuando ella está
conmigo.
La lluvia se posa
Le escribo a todo lo que no
tengo. A ese frescor tuyo en primavera, al calor de tu invierno, a
los otoños de humedad y calma.
Junto a ti la lluvia se cae
distinta, como unos dedos maestros cayendo con delicadeza sobre las
teclas de un piano.
Tú y yo somos de mundos
distintos. Tú sabes a rocío, y yo a hierro y a metal corroído. En
un mundo irreal seríamos compatibles, en un mundo de invierno y
noches heladas donde sólo tuviésemos mi fuego y tu fuego.
En un mundo imposible tal
vez me querrías, me amases, y después me echases de menos. Yo no
puedo quererte, serías demasiado. Me gusta más llenarte de besos.
Junto a ti la lluvia cae
distinta, el otoño es nuestro, y el tiempo es menos tiempo.
miércoles, 29 de octubre de 2014
Tarde de ti
¿Sabes qué me gusta? Las tardes de ti. Perder el tiempo y ver como pasan las nubes y las horas imaginando que estás tumbada a mi lado. Me gustan las tarde de ti y burlarme del tiempo, tu pelo en mi cara y tu cuerpo latiendo junto a mi cuerpo.
Suscribirse a:
Entradas
(
Atom
)