domingo, 31 de mayo de 2015

Tacones

El tiempo no pasa cuando te veo llegar con esos tacones negros. Entonces me detengo en toda la excelencia femenina de tu contorno, y me pregunto si eres real, de carne y piel, o si eres una suerte de nebulosa de magia que ha tomado forma humana.

Demasiado mortal para decir nada, me aparto y te dejo pasar fingiendo no mirarte. Pero mi mirada cae presa de ese vestido oscuro, y mis ojos traviesos recorren el sinuoso camino desde tu cadera a tus hombros. Entre medias descubro que no podrías ser más perfecta. La claridad de tu piel contrasta con tu cabello azabache, y tus ojos, pozos de incautos, tienen ese color almendra que termina de cubrirte de excelencia.

Yo mientras tanto, pobre mortal, sueño que te pregunto tu nombre y que éste me suena a vainilla y cerezas.

Y así te alejas. Te alejas y tu contoneo hipnótico, seductor y malicioso se burla de mí desde la distancia. Yo, que nada puedo hacer, me quedo como una estrella solitaria cuando amanece, esperando a que vuelvas a iluminar mi alma opaca con esa luz que regalas, esperando volver a encontrarte sobre esos tacones negros.

Dos

Aquella noche me olvidé de todo. Que importaba ya nada. Éramos ella y yo, solo ella y yo, y el mañana no existía. Atrás quedaba todo. Atrás quedaban los pesares, sus miedos, mis tristezas. Ahora éramos dos personas nuevas. Y aquella noche, durante aquellos minutos en los que fue mía, en los que fuimos uno, ella me quiso sin saberlo, antes de abandonarme, antes de que volviésemos a ser dos.

miércoles, 6 de mayo de 2015

¡Se acabó!

Estas son las últimas líneas que me haces escribir. Desde este momento quedas castigada sin versos y sin caricias en el cuello. Ahora tendrás que aprender a vivir sin mis manos y sin mis labios. De aquí en adelante estamos solos, amor. Yo me quedaré con una libreta medio llena, y tú con estas líneas, las últimas que me haces escribir.