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martes, 24 de noviembre de 2015

Otra vez


Fingiré que no te conozco y que todavía no me muero por esa boquita tuya. Tú puedes fingir que tampoco me conoces, si quieres. Podemos hacer que somos otra vez unos desconocidos y que nada de lo pasado cuenta ya. Yo puedo jugar a arrancarte sonrisas de nuevo, y tú, si quieres, puedes olvidarte de todas las cosas que te he dicho para volver a sorprenderte, aparentando que no te encantan, cuando las vuelvas a escuchar.

Podemos inventar cosas que nunca sucedieron, o podemos repetirlo absolutamente todo, sin dejar ningún detalle atrás. Pero esta vez yo quiero hacerte creer que te quiero un poco menos, y tú, sólo si quieres, princesa, puedes ilusionarme un poco más.

martes, 10 de noviembre de 2015

Yo vengo sólo por verte

Niña,
mañana yo
vuelvo aquí
sólo por verte.
aunque no me
hables, aunque ni
me mires,
qué importa.

Pero niña,
mañana ten
seguro que vuelvo.
Mañana estaré
aquí, esperando
a que aparezcas,
con tu carita
de muchacha
mágica.

Como hoy,
me encontrarás aquí,
boquita de fresa.
Quién sabe
qué pasará
si adviertes
mi presencia;
a lo mejor
nos besamos,
a lo peor ni
nos vemos.

lunes, 9 de noviembre de 2015

De chatarra

Y yo sigo aquí, este saco de huesos vapuleado por tu boca, por tus ojos cristalinos, por tu presencia tibia de brasas en la noche. Sigo aquí, dejándome arrebatar el alma todas las veces que quieres. Y tú como si no te importara, y tú como si no la quisieras. Pero con ella te quedas igual, con ella te quedas al fin, aunque no te sirva para nada; ni a mí tampoco. ¡Quédatela, te la regalo! Ya que vas a venir a arrancarme todas las veces un pedacito de ella, prefiero que te la lleves toda ahora. Llévatela y déjame desnudo al fin, sin la única protección que tenía ante la clara sonrisa tuya. No me importa, ya no. Yo seguiré aquí, este inerte saco de huesos, sin alma, sin vida, sin ti.

Buenos días

Entonces escuchas el "Buenos días..." más encantador que jamás se ha oído, y tú, simple mortal, te giras como las olas reclamadas por la orilla. Y la ves, y te sonríe con delicadeza durante un segundo demasiado efímero como para ser eterno, y tú respondes con una palabra vaga, que suena vacía en tu boca, a muchos años luz de las diez maravillosas letras que ella te dijo. Y así desaparece igual que había aparecido, llevándose con ella ese segundo, ese solitario segundo arrebatado.

lunes, 2 de noviembre de 2015

Calíope

Calíope,
qué bien me suenas.
Se escuchan
a las olas
y a la espuma
en esa piel tuya,
canta el mar,
cantan tus ojos;
sueño y cielo
se escapan
de esa boca.

Calíope
que tan bien
me suenas,
música de
campanillas dulces;
Calíope
de todo lo bueno,
qué bonita
te oyes hasta
callando
en tu
murmullo
de nubes.

domingo, 25 de octubre de 2015

Hasta mañana

Tal vez pienses que me lo tomé como un juego, que jugué con tu sonrisa, y con esos ojitos; que me entretuve jugando a los poemas. Tal vez no sepas que fue mi perdición esa carita tuya, que me derretía cada vez que decías una palabra. Es posible que fuese demasiado frío, que frente a frente me desarmase tanto encanto. Así, quizás pensaste que quería a ratos y amaba una vez al año. Pero yo no te olvido, ni a ti ni a tu luz de princesa, ni a tu simpática inocencia, ni a esa boquita que me vuelve loco cada vez que dice "Hasta mañana".

Ya no era

Y entonces apareció como para querer despedirse de mí. Pero yo sabía que no estaba, yo sabía que no era ella; aunque me sonriese con la misma boca, aunque me mirase con sus mismos ojos. Era otra con su mismo encanto, con su misma cara, con su misma mirada viva, como si nada hubiese sucedido. Como si no fuera a marcharse, como si no se hubiese marchado.

viernes, 9 de octubre de 2015

Boquita de plata

Ya no está
la niña
de caramelo,
se ha ido
la sonrisa
de primavera,
el ángel
avellana.

Ya se fue
con sus ojitos
vivos,
se marchó con
su piel de canela,
se perdieron
sus pétalos amarillos.

Aquí ya sólo
queda pasto;
ni lluvia, ni mar,
ni luz, ni cielo;
sólo el mundo
extinguiéndose
y horas amargas,
sin la boquita
de plata,
sin la niña
de caramelo.

martes, 6 de octubre de 2015

Pétalo Amarillo

Pétalo Amarillo, anoche me acosté soñando que aparecías. Si supieses lo que me encanta tu piel, tu nariz, tu boca, tu carita... Me gustas más de lo que te he dicho. No puedes ni imaginar lo falso que he sido. Todo lo que te dije que te quería era muchísimo más. Mentí y miento siempre, Pétalo Amarillo, total y siempre mentiroso de mí. Yo que te quiero a mares, yo que te abrazo a ríos, yo que te colmo de falsedades, hoy me duermo soñando contigo. Falso como soy para no decirte que desespero y que te amo más de lo que abarcan mis brazos, que te sueño con fuerza, que te amor, que te cielo, que te tierra, que te viento, que te agua, que te fuego.

viernes, 2 de octubre de 2015

El saludo

Ella llega, o tú la ves llegar; es lo mismo. Entonces te preparas si no lo estabas desde antes. Piensas en lo que vas a decir y en cómo. Cuidas el tono, la forma, el volumen. Lo tienes todo calculado, o piensas que deberías de tenerlo. A veces es sólo una palabra. Y a veces es algo más pero sabes que lo importante es el cómo lo dices. Pero a veces te sorprende. A veces ella se adelanta. 

Se adelanta y te desarma, y tú te quedas entre la sorpresa y el goce, y le devuelves el saludo fingiendo no morirte por ella y no madrugar sólo para recoger aquel fugaz saludo. 

Y después todo vuelve a la normalidad. A esa normalidad de los próximos quince minutos en los que crees flotar, en los que paladeas el sonido que ha salido de su boca y no eres dueño de ti.

sábado, 12 de septiembre de 2015

Impaciente de ti

Impaciente de ti,
de tus ojos,
 de tu boca,
de tu nariz,
de tu pelo,
de esa forma
en la que te mueves,
de tu voz,
de tus palabras,
de tu forma de hablar.

 Impaciente de ti,
de todo lo que me gustas,
de esperarte,
de irme, no verte,
volver, verte,
perderme, perderte,
y volverte a encontrar;
impaciente,
loco,
adepto de tu sonrisa,
perfume de caramelo,
ojos de almendra,
fanático de ti.


jueves, 16 de abril de 2015

Volverte a escribir

Estúpido de mí vuelvo a escribirte. Tú, que ya no te acuerdas de mí, que habrás olvidado hasta mis manos...

En mi delirio a menudo imagino como hubiese sido mi vida contigo. Pienso como sería encontrarte despeinada cada mañana. Como sería compartir mi vida con una diosa de ojos oscuros.

Vuelvo a escribirte como el niño que corre asustado a las faldas de su madre, como el vagabundo que no encuentra cobijo, como un pájaro que esquiva la lluvia. Qué tendrán tus mejillas que enloquecen a mis labios. Qué tendrá tu perfume...


Estúpido de mí vuelvo a escribirte. Vuelvo al punto de partida, vuelvo a acostarme en tu pecho, vuelvo a tu boca. Vuelvo a ser quién fui. Ese loco extraño, ese bufón, esa rama quebradiza, ese que te quiso, ese que te quiere, ese de la risa nerviosa, ese al que le quedaban mal todos los trajes. Así me quisiste, así no me quieres. Estúpido de mí que te idolatra. Estúpido de mí que vuelve a escribirte.

domingo, 29 de marzo de 2015

Tu mar de lunares

Si vas a matarme hazlo ya.

Lo último que quiero ver son tus labios rojos. Quiero sentir como esa cicuta de carne femenina se funde con los míos antes de perderte para siempre.

Quiero irme después de haber recorrido todos tus lunares. Quiero llevármelos en la retina y llevármelos en la boca. Entregarme a ti mientras me matas con tus manos mapeando mi cuerpo. Y yo a su ves el tuyo, intentando zafarme en vano de tus caricias.

Entonces tal vez yo contraataque. Tal vez me atreva a enfrentarme a tu forma de hacerme vivir. Necesito que en esta suerte de placentera agonía seas tú la que acabe conmigo. La que hagas que me vaya, ahogado en tu mar de lunares.

jueves, 26 de febrero de 2015

Patriota de ti

Soy patriota de ti porque mi patria eres tú. Tu cuerpo es esa tierra que siento mía cuando quedo huérfano de todo, cuando busco refugio, cuando el día termina y hace frío y se hielan mis manos. Yo en las tuyas veo el inicio de la tierra que amo, en tus ojos encuentro la bandera de mi patria, y en tu boca los ríos que bañan mis campos. Yo que soy patriota de ti, me declaro soldado de tus besos, esclavo de tus abrazos.

lunes, 6 de octubre de 2014

Anatomía de un recorrido

Me gustas de abajo a arriba. Siempre de abajo a arriba, en ese orden, empezando por
los pies.

Reviso dedito a dedito, desde los más pequeños a los más grandes. Los quiero a todos
por igual, y ellos adoran jugar conmigo. Después voy a los tobillos, dos nudos pequeños y
recios, esas dos bolitas de hueso. Examino a conciencia toda su lisa superficie, y cuando he
terminado, sigo subiendo. Ahora vienen las rodillas. Me suelo entretener bastante en el
espacio inmediatamente inferior, e inmediatamente superior a éstas. Todo eso que
conforman tus piernas, entre los talones y los muslos. Estos últimos son una delicia, gentiles
y agradecidos a todas mis caricias.

Ahora bien, llegados a este punto, nada se compara con tu centro. Tu ombligo me
señala el camino y me recuerda que sigo vivo. Más abajo, encuentro la paz. Es el inicio de
ti, de mí, y de todo lo que alguna vez fue pensado o hecho. Paso sin prisa por tu centro;
cálido, acogedor, reconfortante. En esas latitudes nunca olvido tu revés, que me recuerda a
tus muslos. La naturaleza ha querido diseñar esa parte de ti con especial cuidado, tomando
como modelo la forma perfecta de tus caderas.

Me traslado ya al otro hemisferio, más al norte, pero sobre la misma masa cálida
incandescente.

Tu vientre es un mundo. Liso, suave, alto, profundo.Vivo y sueño en él. Mis labios se
conocen todas las rutas que lo surcan. En ocasiones recorren, varias veces, arriba y abajo,
todos esos caminos.

A los costados penden de ti dos miembros alargados que terminan en unas manos de
terciopelo y unos finos dedos juguetones, que se empeñan en enredarse en los míos. Desde
tus pulidas uñas de nácar subo y subo, deslizándome sobre tu piel con la yema de mis dedos.
En las alturas, tus hombros son un manantial. Mis labios, no sé porqué, tienen
predilección por esa grácil capa de piel que los cubre, que parece derretirse bajo mis besos.
Y siguiendo el itinerario, camino centímetro a centímetro; mejor, milímetro a milímetro
hasta ese enclave de ensueño.

En tu cuello he muerto miles de veces. Me encanta ver como se tensa, como se relaja,
y como se estremece. Guarda tantos secretos y placeres que me cuesta horrores
desprenderme de él. Para autocomplacerme, todo mi ser se vuelca largo tiempo en esa
maravillosa franja.

Entonces vuelvo sobre mis pasos, tomando una ruta distinta. Me dirijo hasta ese
hoyuelo caprichoso donde nace tu cuello. Lo exploro y sigo fugaz hacia abajo. Tus tesoros
rosados son dos pedazitos de cielo. Siento que mis manos son demasiado vulgares para
tocarlos. Me conformo con su visión, y con la textura que siento en los labios cuando llego a
la cúspide. Conquisto esas cimas todas las veces que puedo. A veces resbalo, y la caída se
me hace deliciosa, infinita... Tus dos tesoros rosados palpitan, se hinchan y me llaman. Me
comunico con ellos en un lenguaje secreto, casi mágico. Mis dedos atrevidos se escabullen y
quebrantan la calma de éstas, tus dos joyas. No los sanciono. ¿Quién no se conmueve antes
tus tesoros rosados?

Al final del camino está la ambrosía. Es algo magnético. Tus labios llaman a mis
labios. Algo más grande que tú que yo se produce entre ellos. Yo no digo nada, y tú
tampoco. Somos víctimas de cuatro líneas de carne que se aman infinitamente. De repente,
el hechizo se rompe, descubrimos que existimos, y mis ojos se pierden en tus ojos. La
sensación es de un ensueño cuando me sumerjo.

Como organismos independientes, mis manos mapean tu espalda y testan la suavidad
de cada hebra de tu cabello. Cual violín de mujer, mis dedos se mueven imitando el experto
que no soy y tratan de arrancarte algunas notas. Simulo un mordisco en la apetecible
prolongación de ti misma que cuelga de tu oreja y dejo que mi lengua se cobre su parte.
Nariz con nariz como dos esquimales sellamos el pacto de nuestra existencia. Tu ríes, y yo
he de decirlo: hueles a vida, y sabes a miel.

jueves, 2 de octubre de 2014

Eres como el chocolate

Eres como el chocolate negro. Ese oscuro tan caro que sólo venden en algunos sitios. Ese que tiene un sabor duro con un puntito de amargura que lo hace tan interesante. Así eres tú... Como un dulce caprichoso al que le gusta retar a mi boca.