lunes, 9 de noviembre de 2015

De chatarra

Y yo sigo aquí, este saco de huesos vapuleado por tu boca, por tus ojos cristalinos, por tu presencia tibia de brasas en la noche. Sigo aquí, dejándome arrebatar el alma todas las veces que quieres. Y tú como si no te importara, y tú como si no la quisieras. Pero con ella te quedas igual, con ella te quedas al fin, aunque no te sirva para nada; ni a mí tampoco. ¡Quédatela, te la regalo! Ya que vas a venir a arrancarme todas las veces un pedacito de ella, prefiero que te la lleves toda ahora. Llévatela y déjame desnudo al fin, sin la única protección que tenía ante la clara sonrisa tuya. No me importa, ya no. Yo seguiré aquí, este inerte saco de huesos, sin alma, sin vida, sin ti.

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