miércoles, 11 de marzo de 2015

Química

Fue como un ardor fresco y placentero que empezó a crecer dentro de mí. Era mágico, cautivador, pero a la vez inquietante y extraño, como si una bomba de menta hubiese estallado en mis entrañas, y un vapor frío hubiese subido por mi pecho y se hubiese detenido a medio camino.

¿Estaba nervioso? No, no lo estaba y eso era lo que más me desconcertaba. Aquella sensación estaba limpiando todo mi ser desde el mismo centro. Quería detener el tiempo y dejar mi alma congelada en ese momento.


Es curiosa la manera en que un alma mortal y débil como la mía intenta descubrir el complejo funcionamiento de sus emociones, esos disparos químicos que ponen patas arriba mi cerebro cuando ella está conmigo.

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