domingo, 5 de abril de 2015

Tres atardeceres y ocho primaveras

Hoy mis manos están destrozadas. Eso no pasaba cuando tu estabas. Entonces entrabas y yo te recibía con un “buenos días, princesa”. Los días se nos escapaban entre un temporal de besos y cosquillas indiscretas.

Pero ahora, amor, ahora mis manos están destrozadas y tu calor se ha marchado poco a poco de la punta de mis dedos. Qué cruel, qué extraño. Yo quiero ver si todavía te brillan los ojos cuando sonríes, y si todavía ladeas la cabeza cuando estás enamorada.

En estas letras nostálgicas que no dicen nada, te mando tres atardeceres y ocho primaveras. Yo, mientras tanto, esperaré a que los días se hagan más largos, y a que mis manos se acostumbren a tu ausencia.

No hay comentarios :

Publicar un comentario