jueves, 16 de abril de 2015

Cuando me eches de menos

-¿Qué te pasa?-

-Nada.

-¿Y ese gesto?

-¿Qué gesto?

-Ése... Lo haces siempre.

-¿Cuál?

-Morderte el labio. Lo haces siempre.

-No me muerdo el labio. Lo que hago es... ponerlo así... dentro de la boca... ¿Ves?

-Eso es morderse el labio.

-No, no. Mira... así.

-Sí... ya veo. Bueno, ¿y por qué estás enfadada?

-¡Que no lo estoy!

-Te pasa algo.

-¡Que no!

-Venga, dime.

-...

-¿Qué te preocupa?

-¿Para qué quieres que te lo cuente? ¡No me mires así como si te importase!

-¡Claro que me importas! Venga, cuéntamelo.

-Dame un abrazo.

-¿Era eso? ¿Un abrazo?

-¡No seas tonto!

-¿Entonces...?

-Estaba pensando...

-¿Qué?

-Estaba pensando en lo que pasará cuando te vayas.

-Ya hemos hablado muchas veces de eso. No tienes porqué preocuparte.

-Te olvidarás de mí.

-No lo digas así que me pones triste. Claro que no te olvidaré. Estaré pensando en ti todo el día.

-¿Y quién te dice que no conocerás a otra chica?

-Conoceré a chicas, a chicos, amigas, amigos, gente... Es normal.

-Es normal que te busques otra novia si la tuya está lejos.

-¡No digas tonterías! Mírame... Eh, mírame. ¿Cómo quieres que te diga que te quiero?

-Déjalo... no importa.

-Venga, no me gusta verte así.

-Pues no me mires.

-No te pongas así, por favor. Ven aquí... Ven, anda... Necesito darte otro abrazo.

-Y yo...


-¿Me echarás de menos entonces?

-Te echaré de menos y echaré de menos estos momentos.

-¿Qué momentos? ¿Cuándo discutimos?

-No, tonta. Cuando estamos así abrazados. Cuando dejas caer tu cabeza sobre mi hombro. Cuando juego con tu pelo. Cuando te acaricio y tú suspiras. Cuando miramos los dos al infinito...

-¿Dónde has leído todo eso?

-¡En ninguna parte! ¿Por quién me tomas?

-¿Entonces, se te ha ocurrido espontáneamente todo ahora?

-Claro, ¿qué pasa? ¿Acaso no puedes inspirarme cosas bonitas?

-Supongo... pero pensé que era de Neruda o alguien así.

-¡Que va! De Neruda es: “La noche está estrellada y tiritan, azules los astros, a lo lejos.”

-No me gusta.

-Si leyeses el poema entero te gustaría.

-¿Quién va a hablarme de poesía cuando tú no estés?

-No sé... tal vez seas tú la que me olvides.

-¿¡Estás tonto o qué!?

-Puede ser. Puede que seas tú la que conozcas a otro y te olvides de mí.

-Yo jamás haría eso...

-Lo sé.

-No quiero que te vayas.

-¿Y qué puedo hacer?

-¡Renuncia a todo y quédate aquí conmigo!

-Qué graciosa...

-Era broma. Sé que esa beca es muy importante para ti.

-Siempre podrás venir a verme.

-No creo que mis padres me dejen ir sola.

-Bueno, pues vendré yo a buscarte como si fueras mi niña.

-¡Soy tu niña!

-Claro, claro...

-Te echaré de menos... ¿Y tú?

-No sé... tal vez.

-¿Tal vez?

-Tal vez no.

-¡Sigue así y vas a irte con la marca de una buena bofetada en la cara!

-Es que me encanta ver como te muerdes el labio cuando te enfadas.

-¡No me lo muerdo! Solo me lo meto entre los dientes.

-¿No era en la boca?

-No, no. Entre los dientes. Así... ¿ves?... En la boca... Entre los dientes, quiero decir.

-¿Y eso no es mordertelo?

-No.

-¿Me das un beso entonces?

-Ahora no. Me has hecho enfadar.

-Se te da muy mal hacerte la enfadada.


-Y a ti el fingir que no vas a echarme muchísimo de menos.

No hay comentarios :

Publicar un comentario