martes, 14 de octubre de 2014

La vida es sencilla

La vida es sencilla. Yo pasaré a buscarte a eso de las diez de la mañana. Tú estarás esperándome en la puerta con emoción contenida, con tus brazos dispuestos a saltar a mi cuello nada más verme. Nos daremos un beso tímido pero caluroso y nos tomaremos de la mano y comenzaremos a caminar.

Llegaremos a la estación cerca de las diez y veinte, y esperaremos diez minutos más hasta que salga nuestro autobus. Pelearemos como siempre porque a mí me gusta sentarme delante del todo, y a ti en la última fila. Durante el trayecto, un torrencial de caricias caerán sobre tu cabeza apoyada en mi hombro, y mis manos de vez en cuando apartarán esos dos mechones caprichosos que de vez en cuando ocultan tu rostro.

Una vez en la costa seremos libres. Yaceremos juntos sobre la arena caliente mientras la brisa saluda nuestros cuerpos. En el agua nos dejaremos llevar como los niños que fuimos, como los niños que somos.

Hasta que caiga la tarde no nos acordaremos de que el mundo existe. Nos quedaremos en la orilla hasta el último momento, observando complacidos como la esfera naranja termina su descenso hasta acabar engullida por la inmensidad violácea en el horizonte.

Después, tomaremos el último autobus que salga del paraíso y volveremos a casa cansados, y llenos de salitre. Sí; amor, la vida es sencilla.



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