Me
debato entre amarte para siempre, o no volver a soñarte nunca más.
Tu escritor es débil, ya lo sabes.
En
los últimos tiempos ya no disfrutabas con mis letras. Estabas tan
habituada que los desayunos de café con versos se te hacían
amargos. Pero tu escritor todavía te amaba, a pesar de todo. Hacerte
el amor con palabras era maravilloso. La distancia es lo que tiene,
que si tú no ardes en mí, y yo no ardo en ti, no somos nada.
Que
fueras imposible era lo que más me gustaba. Si no, no me lo explico.
¿A qué escritor no le gusta un buen imposible?
No hay comentarios :
Publicar un comentario