Una que
llevaba el pelo suelto, una de esas que parece que flotan o que no se sabe de
que forma pasan ante ti deslizándose, como si no fueran a ninguna parte y
estuviesen allí, etéreas y vaporosa. Así era la chica del pelo suelto. Yo creo
que ella misma se desconocía, que no sabía del poder de sus ojos, de la
claridad de su mirada. Pasó y se fue, simplemente pasó y se fue con su pelo
suelto y largo, como pasan las cosas fugaces e inesperadas, como un suspiro
inconsciente.
Y así
se perdió entre los otros que no eran como ella, dejando su estela de ninfa, su
perfume de mujer, y su sonrisa de niña.
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