jueves, 30 de julio de 2015

Ángel



Ella era una de esas que te dejan hecho polvo. En todos los sentidos. Una de esas que disfrutan sintiéndose querida, queriéndote y a la vez haciéndote sufrir.

A ella le encantaba llevarme al cielo y después ponerme de rodillas. Era la mejor haciendo lo peor. Había sido capaz de desarrollar la habilidad de tenerme siempre pendiente de sus designios, de sus cambios de humor, de sus caricias indiscretas, de sus súbitos abrazos al cuello.

Ella era así, ese ángel demoníaco que dominaba todas las trampas de placer, mordía, y después administraba el antídoto para su propio veneno.

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