martes, 24 de febrero de 2015

Olor a mujer

Se levantó y se fue. Siempre hacía lo mismo. Era maldita y misteriosa. A mí me gustaba pasar largos minutos a su lado, sentir como el calor la abandonaba y como poco a poco su cuerpo iba adquiriendo esa tibieza sublime. Pero ella después siempre quería volar libre. Se iba, se marchaba, y me dejaba un espacio vacío en el pecho, y las sábanas oliendo a mujer.

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