Cuanto me cuesta
renunciar a ti
y a tus ojos tristes.
Mi mundo
es tan diminuto
que perderte
es renunciar
a un millón
de poemas.
A mí
me gustas así.
Tus cuatro sonrisas
y toda esa cascada
tuya azabache.
Así como tú eres
una metáfora
hecha mujer.
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